sábado, 17 de enero de 2009

dieciseis


Nos agarramos siempre a algo: a un manojo de llaves, al otro lado de la cama: a los barrotes de un balcón. El vértigo, entonces, es mirar hacia adentro y agarrarse a qué.
Tal vez así comprendas la locura: la ruptura interior: las ostias de la vida.

sábado, 10 de enero de 2009

quince


Hay pocas cosas que nos hacen continuos.

Tal vez la forma de doblar el pijama.
El modo con que abreviamos la espera.
La manera de responder al teléfono.
El gesto de llorar la infancia.
Y el lugar que ocupamos entre los muertos.

Sin embargo amamos como si siempre lo fuésemos.

lunes, 5 de enero de 2009

catorce


Escribir miedo.
Escribir lo jodido que es el miedo. Escribir que hay noches sueltas en que quisiera rehacerme entero y empezar, primero, por mirar sin miedo.
Como si fuera posible encenderlo todo.

Escribir miedo.
Escribir lo jodido que es tener miedo. Escribir que las cosas nos vencen de vez en cuando y amanecen por su parte de atrás.
Como si tuviesen tiempo suficiente para rehacerse enteras.
Escribir miedo.
Escribir lo jodido que es que tengan miedo. Escribir lo oscuro que se vuelven ciertas palabras. Como amor. Como amor. Como amor.
Como si pudiésemos vencer a las cosas de vez en cuando.

Escribir miedo. Miedo. Escribir.
Como si al hacerlo no bastara sólo con rehacerme entero.

trece


¿Qué dejas cuando das dos vueltas a la llave
y llamas al ascensor?

Hoy necesito una forma.
Contener lo abierto.
Declarar un tiempo de tregua.
Temblar un lado hasta la voz.
Permitirla rodar por las habitaciones,
saltar sobre el sofá,
volver a trazar los nudos de la red,
llamarla realidad
y bajar las escaleras de tres en tres.