miércoles, 24 de diciembre de 2008

cinco


Esto es por los viejos tiempos. Porque de algún modo hay que cerrar la historia. Lo que fuimos. Lo que dejamos de ser. Lo que somos. Lo que estamos siendo. Tal vez, entonces, alguien pueda decirme en qué consisten los finales, si, en verdad, hay cosas que terminan. Historias que dejan de ser narradas. El efecto es lento. Pero, de pronto, todo está en el aire. Hay historias que se cuentan con la punta de los dedos. Momentos únicos que son, tan sólo, lo hermosamente necesario. Lo imposible.
¿Cuántas veces intentamos alcanzar Ícaro? ¿Cuántas veces fuimos el Che? ¿Dónde voló Peter Pan? ¿Qué ciudad se quedó con nuestros pisa mierdas y nuestros palestinos? ¿Quién nos convenció, al final, que el amor era cuestión de dos?

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